Quisiera
realizar una de las muchas reflexiones con motivo del cuadragésimo
aniversario del golpe militar en Chile y de las innumerables violaciones
a los derechos humanos que lo sucedieron. El problema no es en primera
instancia quién posee la razón hoy, sino (me apoyo aquí en el lema de un
escudo debilitado por el nacionalismo) quién contó con la fuerza en
aquella época. Entender lo segundo ayudará a la comprensión de lo
primero.
Con
este fin, me permito afirmar lo que podrá ser una vieja insistencia:
debe haber justicia. Pero la vejez de esta insistencia no yace
únicamente en la opinión (por más que éste parezca ser el escenario
actual), sino sobre la vejez misma de la historia humana. Y esta
historia nos muestra que la justicia necesita muchas veces del castigo.
Una cuenta balanceada de este aspecto es algo que faltará
lamentablemente en la celebración de este aniversario.
La
justicia no se alcanza con peticiones de perdón acompañadas de
exigencias de perdón, como la del senador Hernán Larraín. Por algo son
peticiones, muestras de humildad, y no exigencias, muestras de poder.
Tampoco se alcanza con actos políticos, ni con ceremonias religiosas, ni
con especulaciones (a veces sólo en voces escritas, calladas) de una
reconciliación forzada. No toda reconciliación es necesariamente justa.
Sin embargo, una auténtica y honesta reconciliación surge únicamente de
expresiones y aplicaciones de justicia. Ésta tampoco surge de la simple
interpelación a cómplices pasivos, como la de Sebastián Piñera, sino del
castigo equilibrado de los cómplices directos y activos.
La
justicia y sus respuestas se alcanzarían tal vez si toda una sociedad
las pidiera. Pero no es cierto que toda la sociedad chilena las pide,
como afirmó Ernesto Lejderman. Lamentablemente, tal no es el caso.
Así,
el carácter singular de la sociedad chilena a las sombras de este
aniversario es precisamente que una gran parte no exige respuestas y
preferiría que nunca se exigieran, lo que a las luces de cualquier
percepción internacional de democracia parece vergonzoso. Posiblemente,
este tipo de vergüenza sea al final lo único que permita alcanzar esa
vieja justicia en un país de un nacionalismo tan arraigado como Chile.
7.9.2013
http://insurgente.org/index.php/articulos/autopublicacion/item/7168-no-toda-reconciliaci%C3%B3n-es-justa
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